La nueva sede del Club de Polo en Colina
Entidad compró 66,6 hectáreas a una sociedad controlada por los hijos de Eduardo Fernández León y otros inversionistas para construir once canchas. En septiembre termina la remodelación del club house en Escrivá de Balaguer.
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“El fundamento del proyecto de Colina y la remodelación del club house no es otra cosa que la de satisfacer las legítimas aspiraciones de parte importante de nuestros socios”. Así, resumía en una carta a los afiliados del Club de Polo y Equitación San Cristóbal, el presidente de la entidad, Juan Francisco Varela, tras la confirmación del esperado plan de expansión ratificado el año pasado.
Fue el 4 de diciembre de 2018 cuando se firmó el contrato de compraventa entre el club y la sociedad San Miguel SpA (controlada por los hijos de Eduardo Fernández León y otros inversionistas) para construir nuevas canchas de polo sobre un paño de 66,6 hectáreas, ubicado en Colina. La operación tuvo un costo de 85.500 UF (unos US$ 3,6 millones), financiados con la venta de otro terreno que el mismo club tenía en la comuna de Padre Hurtado, específicamente en el Fundo El Quillay, por 142.500 UF (aproximadamente US$ 5,8 millones) a un grupo controlado por el abogado Hernán Fleischmann.
Esto los dejó con un saldo positivo que les permitió además de confirmar la compra de la propiedad en Colina, financiar parte de la construcción de las primeras instalaciones.
El terreno se ubica entre la Ruta 5 y la autopista Los Libertadores. “Esta nueva sede es importante para el futuro del club porque es la forma de proyectarlo a los próximos cincuenta años”, dijo el vicepresidente del organismo, Sergio Eguiguren.
El paño que adquirió la entidad es un terreno llano y seco. Sin embargo, a finales del próximo año estará verde y listo para el corte de cinta. Las primeras obras comenzarán esta primavera con la construcción de cuatro canchas de polo, las cuales se encontrarán operativas el 2020. Luego, se estima, continuará la expansión de los otros campos de la misma disciplina. En 2023, el proyecto estaría concluido.
Si bien no está confirmado, se podrán desarrollar otro tipo de cachas como de tenis o equitación, debido a la amplitud que ofrece el terreno.
80 nuevos
socios cada año
La cantidad de personas crecía exponencialmente pero el terreno seguía siendo el mismo. En promedio cada año entraban 80 nuevos socios al club. Es por esto, que se necesitaba enfrentar el aumento del número de afiliados y ofrecer alternativas para los nuevos socios.
“La oportunidad de contar en Colina con nuevas canchas viene a descomprimir la tensión y presión que hoy existe por parte de muchos socios de todas las ramas del club, de contar con una infraestructura que les permita satisfacer sus necesidades”, añadía Juan Francisco Varela, en su carta a la comunidad.
Cuando se votó este proyecto el 5 de enero del 2018, surgió una polémica al interior del club, debido a diferencias entre los socios respecto de los gastos y la posible alza de las cuotas. Pero, luego de una segunda junta celebrada el 26 de julio del mismo año, las aguas se calmaron y los socios aprobaron la iniciativa.
$60 millones
anuales
El ahorro de costos es otro de los objetivos tras la compra del terreno en Colina. Debido a que las cinco canchas ubicadas en Vitacura no son suficiente, el Club de Polo debe arrendar a lo menos otras cuatro en diversas zonas de Santiago para completar la temporada. Este gasto puede ascender a los $60 millones anuales.
Con la construcción de las nuevas canchas, desaparecerá ese gasto. “Es un mejor negocio porque tiene una lógica de economía de escala. Lo que tenemos hoy es muy ineficiente en términos de mantención”, explica Eguiguren.
Master Plan
A este proyecto se suma la renovación más importante que ha tenido la sede de Escrivá de Balaguer, debido al crecimiento de socios que ha tenido esta entidad en los últimos años: la restauración de la casona central (también llamada club house) a cargo del arquitecto Samuel Claro y de la oficina Enrique Concha & Co. Las obras comenzaron en septiembre del año pasado.
El master plan, también contempla un cambio en los camarines, el gimnasio, dos spa y diversas otras zonas comunes. Se estima que todo estará listo en septiembre de este año.
Este terreno de 66,6 hectáreas perteneciente al Club de Polo no estará aislado: quedará dentro de un amplio proyecto inmobiliario llamado La Barbada que es propiedad de San Miguel SpA, controlada por los hijos del empresario Eduardo Fernández León; Alfredo Fernández, un antiguo socio de la compañía Fernández Wood (que pidió quiebra a inicios de 2017); algunos inversionistas de Punta Arenas y el estudio de abogados Iruarrizaga, Arnaiz y Cía.
Desde el directorio del club advierten que la entidad no participará en ese negocio y que solo compraron este paño para su proyecto deportivo. “Nosotros no tenemos ninguna relación con eso. Asumo que, apenas las canchas estén operativas, empezarán a vender sus terrenos”", enfatiza Eguiguren.